LA CUARTA CONSULTA

Esto ¡buenos días Blandino!

– ¡Buenos días Doctor Psicólogo, disculpe que me esté tomando ya el café sin esperarle, pero es que, no he querido interrumpirle porque, como estaba usted ahí afuera, hablando con ése Señor tan alto!

– Ehhh, ¡ah si, bueno! esto, precisamente, vamos a ver Blandino, es que tengo que pedirte un pequeño favor, en fin, veras, es que se trata de un amigo que ha venido a verme porque se encuentra en un apuro ¿entiendes? le ha surgido un imprevisto y me ha pillado que, bueno, resulta que necesita urgentemente trescientos euros y ha venido a pedírmelos ¡vamos a ver, que es un amigo de toda confianza, eh! pero resulta que he ido al cajero para dejarle el dinero, y la tarjeta no me va ¿entiendes? yo creo que debe de ser porque el otro día me se mojó, y claro pues, me va a tocar cambiarla ¿entiendes? ¡qué follón! con lo apretada que tengo la agenda últimamente, en fin que, ¡hombre, que si quieres ésta tarde mismo quedamos y yo te los devuelvo, eh!

– ¡Ah, no, no, que va, no por favor Doctor, ni una palabra más, no tenía que haberme dado usted ninguna explicación por Dios, faltaría más, ningún problema, tenga, tenga, y de verdad eh, que, si necesita más, lo que haga falta eh, vamos, pues solo faltaba eso!

– Hombre Blandino, muchas gracias, no sabes cómo te lo agradezco, ésta tarde mismo!!!

– ¡Que no, que no, que de ésta tarde nada vamos, que ya me lo devolverá usted el lunes que viene hombre, que no hay ninguna prisa de verdad Doctor!

– ¡Bueno bueno, Blandino, como quieras, si total, tampoco estamos hablando de ninguna cantidad significativa! pero claro ¡hombre! la verdad es que para este amigo mío pues, en fin, el pobre hombre en estos momentos está pasando por un bache y, claro ¡pues que yo no tengo corazón para dejarle en la estocada! ¿entiendes?

– ¡Por supuesto Doctor, por supuesto, eso le honra!

– Bueno Blandino, pues ahora mismo vuelvo, eh…

– Pues nada amigo Blandino, ya estoy aquí, disculpa que te haya hecho esperar hombre.

– De verdad Doctor, no se preocupe, de verdad se lo digo.

– ¡Ah Mari, ya está aquí el carajillito! así me gusta guapísima ¡hazlo bien, sin mirar con quién! ¡jeje!

– ¡Qué payaso!

– ¡Hay qué Mari ésta! la estoy preparando una, que ya verás Blandino, lo más gracioso de todo esto es, que la voy a curar, y ni se va a enterar ¿entiendes?

– Si claro, no me extraña ¡si con la experiencia que usted tiene! ¡y además, que lo está haciendo por un favor a un amigo, no le importa tener que pasar por éstos malos tragos con tal de curarla, de verdad Doctor, que yo con usted me quito el sombrero eh, de verdad se lo digo!

– ¡Bueno bueno, Blandino, eso no tiene importancia! y si te parece, vamos a pasar ya a hablar de ti, que eso sí que es lo que nos interesa de verdad ¡eh! esto, vamos a ver, el otro día me dijiste si no entendí mal, que conociste a María de Día en aquella fiesta, y que ésa misma noche, la dejaste embarazada ¿no es así?

– Si Doctor, efectivamente.

– Entiendo, ehhh y bueno, supongo que sigues sin recordar desde el momento de los besos, hasta que te despertaste con ella en la cama ¿verdad?

–Pues sí Doctor, por desgracia sigo sin recordarlo ¡ya me gustaría a mí! por lo que dice María de Día, fue algo muy especial ¡vamos, divino!

– Entiendo, y después ¿qué pasó?

– Hombre pues, así de momento, pues nada, cada uno a su casa y ya está, bueno, y yo a seguir con la mili claro, cuando iba a casa, pues, nos veíamos y eso, y lo pasábamos estupendamente ¡ah bueno, y como habíamos hecho el amor aquella noche pues, que me atreví a pedirle de salir! ¿sab? ¡¡jolín!! ¡y entonces fue, cuando ella me dijo que sí! ¡¡buáh!! ¡fue estupendo! ¿sab? ¡¡¡jolín!!! ¡pero a los dos meses, cuando María de Día me dijo que estaba embarazada! ¡¡bueno, aquello ya, fue lo mejor, un hijo, iba a tener un hijo!! ¡me sentí el hombre más feliz del mundo, y entonces María de Día y yo comenzamos a hacer planes y eso, fue fantástico!

– Entiendo Blandino ¡pero continúa, continúa!

– Hombre pues, nada, ya, a partir de entonces pues eso, yo se lo dije a mis padres y claro, rápidamente comenzamos con los preparativos para la boda y eso ¡hombre! mis padres al principio pues no se lo tomaron muy bien ¡hombre! no por nada, sino porque decían que había sido todo muy rápido y eso, y que nos conocíamos poco, en fin, ya sabe, los padres siempre se preocupan por los hijos, bueno, eso es normal, tampoco es que yo se lo reprochara, pero de todas formas, según fue pasando el tiempo, pues ya se fueron haciendo a la idea, y luego resultó, que cada vez estaban más ilusionados con eso de tener un nieto ¿sab? ¡jolín, que no hay manera eh, mira que pongo empeño Doctor, pero no sé, no sé, a veces creo que no lo voy a conseguir nunca! ¿sa? ¡¡jolín!!

– No pasa nada Blandino, eso es normal, ya te dije que te costaría, y lo estás haciendo muy bien de verdad, estoy realmente sorprendido, no esperaba que lo consiguieras tan pronto de verdad, pero continúa Blandino, continúa.

– ¡Ah, pues nada! en cuanto que me enteré de que estaba embarazada, le dije que dejara de trabajar en el bar, y luego ya, enseguida nos casamos y nos fuimos a vivir al bajo de la casa de mis padres, que lo habían arreglado muy bien y se quedó una casita muy maja ¡bueno, y nos fuimos de Luna de Miel a las Canarias quince días! ¡¡buáh, como nos lo pasamos!! ¡aquello fue de miedo, no vea!

– Pero ¿y la mili?

– ¡Ah no, si yo ya estaba a punto de licenciarme cuando me enteré de que iba a ser padre! ¡no que va! por eso no hubo ningún problema ¡hombre! me enfadé mucho con los compañeros y con los superiores, eso sí, bueno, con todos en general, porque insinuaron cosas sobre María de Día que estaban fuera de lugar y todo eso ¡y que por supuesto yo no podía admitir bajo ningún concepto, claro está! pero bueno, que por lo demás, como ya faltaba poco para licenciarme, pues nada, todo bien.

– Entiendo ¡pero continúa Blandino, continúa, no te pares!

– Hombre pues, después ya, pasó lo de mi madre, bueno ¡primero lo mejor de todo por supuesto, que por fin nació mi hijo! ¡buáh, un niño precioso de más de cinco kilos! lo que pasa es, que fue prematuro, de siete meses, pero bueno, que con todo y eso el parto fue de maravilla ¿sa? ¡¡joder!! ¡perdón Doctor, no sé cómo he podido, le aseguro que jamás digo palabrotas, pero es que, me da tanta rabia que se me escape, eso, y encima, el tic éste del párpado izquierdo que no me deja tranquilo!

– ¡Tranquilízate Blandino, poco a poco, poco a poco! lo del tic ya sabes que es consecuencia del proceso de Diezmójenes, y tendrás que tener un poco de paciencia, pero tranquilo, que es perfectamente normal, ¡pero continúa Blandino, no pares por favor, continúa!

– Pues nada, como le decía, un niño precioso ¡buáh!, pero, la alegría duró poco, porque cuando lo vio mi madre, pues, que le dio un infarto en ése mismo momento y ahí se quedó la pobre.

– ¡Hombre amigo Blandino, lo siento mucho! entiendo lo que tuvo que pasar por tu mente en aquellos momentos, una situación de sentimientos tan opuestos, la lógica pseudología contradictoria ¡como diríamos nosotros los profesionales de la mente, del latín pseudo, pseudorum! en fin, continúa por favor, amigo Blandino.

– ¡Gracias Doctor, se lo agradezco! el caso es que mi madre nunca había tenido ningún problema de corazón ni nada, vamos, una mujer muy sana de siempre, pero en fin, no sé, quizás es que tenía tantas ganas de tener ése nieto, que la emoción le superó, bueno, supongo que nunca lo sabré.

– ¿Y tu padre Blandino, cómo le afectó a él todo aquello?

– Pues ya se lo puede usted imaginar Doctor, la verdad es que mi padre desde aquel día ya no fue el mismo, ¡estaban tan unidos los dos!

– ¡Entiendo!

– Bueno, la cuestión es que yo tenía claro mi responsabilidad de tener que mantener a partir de entonces a mi propia familia, y no tuve más remedio que hacer de tripas corazón, y sacar fuerzas de flaqueza, bueno, a partir de aquel día la verdad es que cambiaron muchas cosas, mi padre se vino abajo y dejó de ir a la Empresa, bueno, no sé si le he dicho que mi padre tenía un negocio de construcción y venta de pallets, que era donde yo trabajaba también, pero a partir de entonces dejó de ir a la Empresa, yo pensé que se le pasaría en unos días y volveríamos a trabajar juntos de nuevo, pero desgraciadamente fue un golpe muy duro para él, y ya no volvió nunca al trabajo, y por eso a partir de entonces soy yo quien está al frente de la Empresa, en fin, María de Día y yo nos fuimos a vivir a la casa de abajo, y mi padre arriba, en la suya, solo, y comportándose así como sin interés por seguir en ésta vida ¡aunque con el tiempo mejoró algo, pero qué va, ya no fue el mismo, ni mucho menos! ¡ah, y también con la llegada de mi primer hijo tuvo lugar por mi parte la ruptura definitiva con todos mis amigos! jamás hubiese esperado una reacción así por parte de ellos, hicieron comentarios e insinuaciones sobre María de Día y sobre mi hijo, que por supuesto no toleré de ninguna manera, incluso después de informarles sobre la genética de la familia de María de Día, continuaban con sus bromas de muy mal gusto, y ya le digo, rompí con ellos.

– ¿Has dicho genética, Blandino?

– ¡Ah sí, bueno! a mí eso no me pilló de sorpresa porque María de Día ya me había informado de todo incluso antes de casarnos, pero claro, eso es un tema muy personal entre ella y yo como para comentárselo a nadie, ni amigos ni a nadie, vamos, yo por lo menos lo veo así, así lo he visto siempre y así lo sigo viendo ¡hombre, a usted sí, por el tema de la confidencialidad del secreto profesional que sé que hay siempre entre el Doctor y el Paciente, que si no tampoco vamos!

– Ehhh, ¡no entiendo Blandino, no me has comentado nada sobre la genética de la familia de tu mujer!

– ¡¿Ah no?! qué despiste el mío, a éstas alturas ya no sé ni lo que le he dicho ni lo que no, discúlpeme.

– Nada hombre nada, dime Blandino, háblame de ello.

– Pues nada Doctor, resulta, que en la familia de María de Día ocurre, que cada tres generaciones, a alguno de los descendientes le nacen hijos de color oscuro, ¡ya sabe! así, como tirando a negros, ¡no todos iguales de oscuros! pero todos oscuros, y en ésta ocasión, pues, que le ha tocado a María de Día.

– Esto, entiendo, ehhh, vamos a ver, ¿María de Día tiene hermanos o hermanas? ehhh, ¿primos, primas?

– Sí Doctor, tiene ¡ieeéé!, dos hermanas y dos hermanos, ella es la pequeña, y hablamos con ellos de vez en cuando, los pobres están pasando una mala racha con esto de la crisis y el paro, ya sabe, y yo pues, los ayudo en lo que puedo claro, porque para mí, aunque no los conozca son de mi familia por su puesto, y la familia está para eso ¡si no nos ayudamos entre nosotros, pues ya me contará usted! bueno, y además primos y primas también tiene bastantes, lo que pasa es que yo no conozco a ningún familiar suyo porque no son de aquí, son de Logroño, y hasta ahora no hemos tenido la oportunidad de viajar para ver a nadie de su familia, ¡ieeéé!, pero tenemos previsto ir en cuanto podamos.

– Entiendo Blandino, ehhh y dime, observo que vas logrando objetivos, pues ya no te repites como antes ¿te das cuenta? pero dime Blandino ¡ése movimiento brusco que haces con la cabeza hacia el lado izquierdo, y ése ruido extraño, antes no lo hacías ¿verdad?!

– ¡Ah, no Doctor! eso he empezado ha hacerlo ésta semana ¡¿se acuerda de lo del tic?! pues ha ido en aumento, y ahora cada vez que me da, no puedo evitar hacer ése movimiento y ése ruido, que por cierto, quería comentárselo a usted ¡ieeéé!, para ver si me podía mandar alguna medicación para curármelo, o no sé, ¿si usted cree que debo visitar a mi médico de cabecera? ¡ya sabe, su amigo el Doctor de Sisto Ligero!

– ¡No hombre Blandino, no hombre, que va! ehhh ¡vamos a ver! si solo te lo he preguntado para confirmarlo, pero que eso es perfectamente normal ¿entiendes? es todo parte del proceso de curación del Síndrome de Diezmójenes, tranquilo hombre, ya sé que es un fastidio, pero vas a tener que tener un poco de paciencia ¿entiendes? porque la verdad es que lo tienes bien agarrado ¿entiendes? pero vamos que tú tranquilo, que yo lo tengo todo controlado y de momento no es necesario que visites a ningún otro Doctor, es más, incluso sería perjudicial ¿entiendes? cuando alguien está siguiendo éste tipo de terapia con un Doctor especialista como es tu caso, es malísimo ¿entiendes? ¡malísimo acudir a otro Doctor! ehhh, porque se podría crear lo que nosotros denominamos esto, como un conflicto de Tácticas Terapéuticas, ¿entiendes? ¡que va, que va, ni te se ocurra visitar a otro médico mientras estés en tratamiento conmigo! ¡vamos a ver Blandino, a no ser que no confíes en mí, claro está, es cuyo caso ya!!!

– ¡No, no que va Doctor Psicólogo, cómo se le ocurre pensar algo así! de verdad, se lo aseguro, y no se lo digo solamente por el renombre que usted tiene ¡ieeéé!, que ya sería suficiente razón, sino que además se lo digo porque de verdad confío en usted plenamente, ¡buáh! yo noto enseguida cuando una persona sabe lo que se hace, y en su caso de verdad se lo digo, que en ese sentido estoy totalmente tranquilo Doctor, se lo digo como lo siento.

– ¡Perfecto Blandino, perfecto! esto ¡vamos a ver! que no es que desconfíe de ti ¿entiendes?, lo único que pasa es ehhh, que algo así tan importante, pues hay que dejarlo muy claro desde el principio ¿entiendes? para que luego no hayan malos entendidos ¿verdad? ehhh, de todas formas, cualquier cosa, si te sientes mal o algo, tú dímelo a mí antes de ir a cualquier otro médico, ten en cuenta que médicos hay muchos, pero Médicos Doctores somos muy pocos ¿entiendes? y por supuesto yo, antes de ser Doctor fui solamente un simple médico, por lo tanto cualquier cosa que sepa un médico, también lo sé yo, eso es lo bueno que tiene para un paciente el que le trate un Doctor ¿entiendes? ehhh, pero bueno, dejando ya éste tema, esto, decías que te fuiste a vivir con María de Día a la casa que te prepararon tus padres en el bajo de la suya, y que desde entonces tu padre cayó en una especie de depresión ¿verdad?

– Efectivamente Doctor, la pérdida de mi madre le dejó muy mal, y aunque ¡ieeéé! se recuperó algo, pero qué va.

– Esto, y con el nieto qué tal ¿supongo que eso le ayudaría en parte a rellenar el hueco que dejó tu madre no?

– Pues yo no sé Doctor, ¡hombre, no es que no lo quisiera, que va! pero como fue todo tan de golpe, todo a la vez, no sé, yo creo que al ver al niño se ¡ieeéé! acordaba más de mi madre, y por eso procuraba pasar poco tiempo con el bebé, el pobre hombre, era tan buena persona.

– ¡Entiendo Blandino! esto, pero continúa Blandino, continúa, ehhh, después de todo aquello, ¿qué pasó, cómo continuó tu vida?

– ¡Ieeéé!!!

– ¡Madre mía Blandino, que tarde se ha hecho! perdóname pero tengo que irme ya, paga tú por favor los cafés, y ya el lunes que viene te doy lo que te debo ¿vale?

– ¡No se preocupe por el dinero Doctor, faltaría más! usted tranquilo por eso, y váyase que le estarán esperando.

– Gracias Blandino, hasta el lunes entonces…

– Hasta el lunes Doctor…, ¡Mari por favor!...

No hay comentarios:

Publicar un comentario