FIN DE LA PRIMERA PARTE

Muy bien amigos.

Espero haber provocado alguna que otra risa.

Después del verano, colgaré el resto de la historia de estos dos enigmáticos personajes.

Os envío un cordial saludo.

LA QUINTA CONSULTA

Buenos días Doctor Psicólogo.

– ¡Ahhh! que dolor de cabeza Blandino, esto…, bueno, perdona, buenos días ante todo ¡claro, que por decir algo! porque tengo la cabeza que parece que me va a estallar ¿entiendes?

– Vaya Doctor, cuanto lo siento, pero siéntese por favor y ya le pido yo algo, ¿una manzanilla tal vez? ¡bueno, no sé claro, pero qué digo yo, si usted es el médico!

– Pues sí Blandino, me voy a sentar y tomaré algo para éste dolor que me tiene frito, ehhh ¡¡¡Mari!!! ¡¡ahhh por Dios que dolor!! se me había olvidado que cuando me pongo así no puedo alzar la voz ¡buff!

– ¡Pero si ya le dije que se lo pedía yo Doctor, no haga esfuerzos por favor, tranquilícese y dígame lo que necesita que para eso estoy yo aquí de verdad ¡ieeéé, brrrr!

– ¡Qué Frederico, otra mala noche eh!

– ¡Ahhh! ya te digo Mari, no veas, y además ésta vez es terrible ¿entiendes? no he podido pegar ojo en toda la noche, ya te puedes imaginar ¿verdad?

– ¡Sí, sí, claro, dejaré de imaginármelo!, en fin, toma, tu cervecita como siempre para empezar ¿vale?

– ¡Ah, muchas gracias Mari! como me conoces, no sé qué haría sin ti.

– ¡Anda que sí! bueno, pues ya si eso luego te traigo el carajillo ¿vale?

– ¡Ah sí, claro, perfecto! muy bien, bueno, la verdad es que ya me va haciendo efecto la energía de tu karma, y ya me encuentro algo mejor, seguro que en tu vida anterior debiste de ser la más hermosa de las musas ¡¿eh?! porque si no, no me explico yo éste efecto embriagador que produces en mí.

– Bueno, no creo que sea yo precisamente la que produce en ti ¡ése efecto embriagador!, pero bueno, allá tú, yo me voy a seguir con lo mío.

– ¡Hay que Mari ésta! la verdad es que hoy no estoy yo para dedicarme mucho a ella ¿entiendes Blandino?

– Hombre Doctor, pues ya me lo imagino, con ése dolor de cabeza, mire, por mí no se preocupé sabe Doctor, que si eso, ya pasamos consulta el lunes que viene, de verdad.

– ¡No, no, que va, ni te se ocurra! que va, ni mucho menos, si esto se me pasa enseguida, ehhh, esto, vamos a ver ¿no ves que es cosa de mi profesión? de vez en cuando me centro tanto en los problemas de mis pacientes que me pasa esto ¿entiendes? ehhh, pero que no te preocupes de verdad, ya verás como en un momento ya estoy perfectamente, en cuanto que me tome ésta cerveza; la cebada, el almidón y el lúpulo que contiene me dejan como nuevo ¿entiendes?, ¡ojo! que éste remedio también sirve para eliminar el síndrome de abstinencia que produce una borrachera ¡eh! ¡vamos a ver!

– ¡Hombre Doctor, como voy a pensar yo que usted!

– Ya hombre Blandino, ya, si yo contigo estoy tranquilo en ese sentido ¿entiendes? esto, que ya se yo que tú eres un tío serio.

– Hombre pues, aunque esté mal decirlo!!!

– Nada, nada Blandino, ni mil palabras más, y además, como te decía, después de la cervecita ¡el carajillo, y como nuevo! ya te digo ¿verdad?

– No, si ya me parecía a mí, que ustedes los médicos siempre llevarían ventaja a la hora de ponerse enfermos, claro es lógico, cualquier cosa que se sienta pues ¡como es médico!

– ¡Doctor Blandino, Doctor!

– Ah sí claro, perdone, es que como para mí, antes era lo mismo médico que Doctor, ¡ieeéé, brrrr!

– Nada hombre nada, no te preocupes Blandino, si es normal, esto, la gente por lo general suele pensar que es lo mismo un médico que un Doctor, pero la verdad es que hay una diferencia abismal, vamos, como de la noche al día ¿entiendes?

– Si claro, por supuesto Doctor, ahora ya, después de haberle conocido lo tengo muy claro ¡faltaría más!

– ¡Ah, que sabor, que rica estaba la jodía! esto, ¡¡¡Mari, ¿qué pasa con ése carajillo?!!!

– Deje, deje Doctor, que ya voy yo a por el ¡ieeéé, brrrr!

– ¡Calla Blandino, calla, qué dices, ni te se ocurra! tu quédate donde estás que ahí estás bien ¿entiendes?, y deja a Mari que se gane el sueldo, ¡no vaya a ser que se crea que le quieres quitar el puesto! ¡jeje!

– No si yo ¡ieeéé, brrrr!

– ¡Tu carajillo Frederico! ¡anda que, menos mal que no hay muchos tan impertinentes como tú eh, que si no, madre mía!

– ¡Que no se dice impertinente Mari, que se dice incontinente! ¿entiendes? ¡y eso es como tú bien sabes, porque soy incapaz de contener éste deseo y ésta pasión que provocas en mí cada vez que me miras con esos ojazos tan marrones como ladrones! ¡hechicera! ¡que eres una hechicera!

– Será idiota…

– ¡Perfecto! la verdad es que me ha costado, pero ha valido la pena ¿entiendes? tengo que conseguir llegar a ella desde un punto de vista negativo para lograr los resultados que deseo, esto, en fin, a veces éste trabajo también tiene sus cosas desagradables como ya estás viendo ¿entiendes? ehhh, a ver, ya sabes, como dicen, no todo lo que reluce es oro ¿verdad?

– Ah no si ya, si ya me estoy dando yo cuenta de que ser médico ¡ieeéé, brrrr! ¡perdón! Doctor quiero decir, pues que eso, que no es tan fácil como la gente se cree ¡que va! lo que pasa es que claro, desde fuera todo se ve muy bonito, pero luego hay que estar ahí al pié del cañón día tras día ¡buáh! ¡que va, que va! yo desde luego no podría con tanta presión como la que usted lleva, ni muy allá.

– Pues sí amigo Blandino, así es, esto, y a propósito, ¿tienes fiebre? ehhh, no sé, ¡parece que te dan así como escalofríos de vez en cuando!

– Ah no, que va Doctor, es el tic éste del párpado izquierdo, que cada vez me da con mayor intensidad, cada vez se prolonga más, y últimamente termina en una especie de escalofrío que me da por todo el cuerpo y que me hace mover la cabeza hacia la izquierda sin poder yo evitarlo, pero que no se preocupe ¡eh! porque como ya sé que todo esto es parte del proceso del síndrome de Diezmójenes, pues, que estoy tranquilo, ¡porque ya sabe que yo confío en usted plenamente, eh!

– Perfecto Blandino, es justo lo que yo suponía ¡por supuesto! esto, a ver, solo quería confirmarlo ¿verdad? ehhh, vamos a ver Blandino, te voy a ser sincero, ehhh, tienes el síndrome mucho más avanzado de lo que yo creía en un principio ¿entiendes? esto, a ver, la verdad es que mi colega Desisto Ligero, tu médico de cabecera, tenía que haberte mandado a mi consulta mucho antes de lo que lo ha hecho ¿entiendes? a ver, que tampoco es cuestión de criticarle ¡eh! porque yo sé que éste síndrome es dificilísimo de diagnosticar ¿entiendes? ehhh, en fin, que la cuestión es, que no tenemos más remedio que aumentar el número de consultas semanales ¡verdad! porque si no, me temo que esto se nos vaya de las manos, y sinceramente Blandino, no te lo digo solo por mi reputación ¡eh!, que te lo digo sobre todo porque en tu caso, no sé, pero, que no solo eres un paciente para mí ¿entiendes? ehhh, a ver, que la verdad es que me caes muy bien ¿verdad? y que ya te veo casi más como un amigo que como un simple paciente ¿entiendes?

– ¡Hombre Doctor! ¡buáh! ¡mire, mire! ¡los pelos de punta! esto para mí significa muchísimo, de verdad, yo, si me lo permite, modestamente también le aprecio a nivel personal, vamos, más que nada porque se le ve a usted una persona que mira más, diría yo, por los demás que por usted mismo, y para mí eso es lo que mejor dignifica a las personas, de verdad Doctor, por lo que a mí concierne ¡ieeéé, brrrr! estoy dispuesto a pasar todas las consultas que usted considere necesario.

– ¡Perfecto amigo Blandino, perfecto! esto, mira, ehhh, te voy a explicar un poco ¿verdad?, no es para que te asustes ¿entiendes? ehhh, a ver, pero que la verdad es, que estás al borde de un colapso neuronal denominado ¡Fatalicátum! es una palabra que procede del latín Fátali-Fataláe, y significa, esto, así, para que tú lo entiendas, ehhh ¡fatal! ¡terminal! ¡sin retroceso! vamos, que hay que atajarlo ¡ya!

– ¡Vaya Doctor! pues le agradezco que me lo diga, bueno, y sobre todo que se haya dado cuenta a tiempo ¡ahora es cuando realmente me estoy dando cuenta de que de no ser por usted, no sé que hubiese sido de mí! vamos ¡y yo que creía que no era nada eso de los mareos! pues menos mal que el Doctor ¡ieeéé, brrrr! perdón, quiero decir ¡mi médico de cabecera, de Sisto Ligero! también se dio cuenta, aunque algo tarde, y me mandó a su consulta, que si no ¡buáh! pues no sé que es lo que hubiera sido de mí ¡sinceramente Doctor, no quiero ni pensarlo!

– Bueno amigo Blandino, los médicos están para detectar esos problemas, y los Doctores estamos para solucionarlos ¡a ver, que es nuestro deber! ¿entiendes? simplemente nos limitamos a hacer nuestro trabajo y ya está.

– ¡Ieeéé, brrrr! ¡no, no si ya, y ya lo creo que lo hacen desde luego, ya lo creo!

– En fin Blandino, que yo he pensado ¡eh! en darle a tu caso máxima prioridad ¿verdad? ehhh, a ver, tiene que ser así si queremos que te cures ¿entiendes? ya sé que eso nos va a costar más tiempo y esfuerzo del que en un principio habíamos pensado, pero sinceramente Blandino, no hubiese tomado una decisión así, de no entender que es totalmente necesario ¿entiendes?

– ¡Lo que haga falta Doctor, lo que haga falta!

– ¡Muy Bien Blandino! ésa es la mejor actitud que debe tener un paciente si realmente quiere curarse ¿entiendes? esto, a ver, la agenda la tengo completa; como ya sabes, por las mañanas atiendo aquí en el Centro Médico ¿verdad? y por las tardes en mi casa, a nivel particular ¿entiendes? no obstante, eso no va a ser inconveniente en éste caso ¿verdad? porque he pensado que nos vamos a poder ver ¡a parte de los lunes a las ocho como hasta ahora, por supuesto! ehhh, los miércoles y los viernes por la tarde; esos días podemos quedar aquí mismo si te parece, yo no vivo lejos de aquí, y tampoco me vendrá mal salir de casa y que me dé un poco el aire y eso ¿entiendes? ¡a ver! así tengo una escusa para mover las piernas, que en éste oficio mío Blandino ¡por suerte o por desgracia! no tengo ocasión de moverlas mucho, ehhh, solo los fines de semana en el Club de Golf hago un poco de ejercicio, y yo se mejor que nadie que la inactividad física anquilosa el cuerpo en general, y merma incluso el normal desarrollo mental ¿entiendes?

– ¡Hombre Doctor, tampoco es cuestión de que por mi culpa vaya usted a modificar su vida familiar! ¡ieeéé, brrrr! ¡faltaría más! ¡también tendrá que dedicarle tiempo a su familia, y a usted mismo por supuesto! ¡que me consta que bien merecido lo tiene!

– ¡Por Dios Blandino! ¡que para eso estamos los amigos! ¡para mí no supone ninguna extorsión dedicarte el tiempo que haga falta! ¿entiendes? ¡ni mucho menos! ¡y además, que esto lo hago a nivel personal! ¿verdad? ¡¡que no te vayas a pensar que te voy a cobrar, ni un euro, eh!! ¡vamos, faltaría más!

– ¡Pero Doctor, no sé que decir, esto para mí significa mucho! ¡buáh! ¡jamás hubiese imaginado algo así, de verdad Doctor! pero ¡entiéndame, yo se lo agradezco infinitamente! pero es que ¡no puedo permitir que haga usted su trabajo gratis! no sé pero, ¡sería como estar aprovechándome de un amigo! y yo soy incapaz de hacer algo así, vamos ¡que va, que va!

– ¡Hay amigo Blandino! ¡qué pocos amigos de verdad has tenido en tu vida entonces si piensas así! esto, pero mira, ehhh, como te veo un poco tenso por esto, vamos ha hacer una cosa si te parece; esto, a ver, precisamente había pensado en devolverte hoy el dinero que me dejaste el otro día ¿entiendes? pues mira, si eso te va a hacer más feliz, nos olvidamos de ello y asunto solucionado ¿de acuerdo?

– ¡Hombre Doctor, no me mal interprete! pero la verdad es que de esa manera, me quedo ya más ¡ieeéé, brrrr! tranquilo; de todas formas, con eso tampoco creo yo que haya para mucho ¿no? bueno, no sé cuanto cobra usted por una consulta privada, pero supongo que, teniendo en cuenta su prestigio, pues no deben de ser nada baratas ¡vamos, digo yo!

– Esto, mira Blandino, te voy a ser sincero, de no ser por la amistad que nos une, ni siquiera te lo hubiese propuesto ¿entiendes? dado que como ya te he dicho antes, no tengo en la agenda ni un hueco libre ¿verdad? esto, mira Blandino, yo cobro por la primera consulta doscientos euros ¿entiendes? y por las demás, a cien euros cada una; además, estamos hablando de consultas que rara vez sobrepasan los treinta minutos de duración ¿entiendes? ehhh, vamos a ver, yo no soy el típico, ¡profesional entre comillas! ¡pesetero! que se dedica a exprimir a sus pacientes ¿verdad? ¡mi seriedad está muy por encima de todo eso! ¿entiendes? y la verdad que por otra parte ¡gracias a Dios! pues la verdad, que no tengo lo que se dice precisamente ¡falta de solvencia! ¿entiendes? vamos, que yo creo que por mi parte te estoy siendo lo suficientemente franco ¡eh! esto, bueno ¡otra cosa es! ¡que tú no tengas ningún interés en mantener una relación conmigo más allá de lo estrictamente profesional! ¡claro está! en cuyo caso ya, pues nos tendríamos que replantear las cosas de otra forma evidentemente ¿entiendes?

– ¡No, no! ¡ieeéé, brrrr! ¡que va Doctor, si por mí encantado! ¡si lo que pasa es que estoy que no me lo creo! ¡compréndalo Doctor! ¡que no todos los días le toca a uno la lotería! ¡y que conste que no lo digo por el dinero ni mucho menos, sino por la relación de afecto que usted me está ofreciendo! ¡por Dios, no se vaya a pensar lo que no es!

– ¡Tranquilo Blandino! ¡aunque quisieras no me podrías engañar! ¿entiendes? a ver, comprenderás tú también, que por mi profesión, instintivamente calo enseguida a los cuentistas ¿verdad? ehhh, y en tu caso, ya te conozco lo suficiente como para saber que eres una buena persona incapaz de mentir, ¡como por otra parte es lo que procede por supuesto!

– Disculpe Doctor, pero son las nueve y cinco, y no quisiera yo que por mi culpa!!!

– ¡Vaya por Dios! ¡como se nos ha pasado el tiempo ésta mañana! ¡¡¡Mari!!! ¡¡¡Rápido, dime que te debo!!!

– ¡Deje, deje, por favor! ¡ieeéé, brrrr! ¡no se va a parar ahora en esas pequeñeces Doctor! usted vaya a lo suyo que yo no tengo prisa y ya me encargo.

– Bueno venga, pues entonces si te parece nos vemos aquí mismo éste miércoles ¿vale?

– ¡Ah! si claro, estupendo, no hay problema.

– Pues nada Blandino, en eso quedamos, hasta el miércoles entonces…

– ¡¡¡Doctor, Doctor!!! ¡ieeéé, brrrr! ¡que no hemos quedado en la hora!

– ¡¿Eh?! ¡Ah si claro es verdad, la hora, válgame! lleva uno tantas cosas en la cabeza, que a veces creo que me voy a volver loco ¿entiendes? ¡jeje! esto, pues nada ehhh, al terminar mi última consulta, allá sobre las nueve ¿eh?

– Muy Bien Doctor, el miércoles a las nueve me ¡ieeéé, brrrr! tiene usted aquí como un clavo ¡ah! ¡y muchas gracias Doctor! se que lo que usted está haciendo por mí no tiene precio, en fin, cualquier cosa, ya sabe ¿eh?

– Nada, nada amigo Blandino, me remito a lo dicho, hasta el miércoles…

– Adiós Doctor…, ¡Señorita Mari por favor, la cuenta!...